El amor de Cristo crucificado impulsa a servir y amar a nuestros hermanos más débiles, más pobres, que carecen de salud, de movilidad, muchas veces de ánimo y de esperanza, expuestos también y sobre todo a sufrimientos morales y espirituales, luchas y tentaciones.
Quienes se dedican a la pastoral de enfermos en una parroquia realizan una tarea muy poco visible y muy poco reconocida, no luce mucho ante los demás, y sin embargo, es exquisita y delicada tarea.
En nuestra parroquia esta labor la lleva el párroco junto a varios feligreses que, con su ayuda, atienden a los vecinos y a los pacientes de la Clínica San Roque que lo soliciten.