Semana del Matrimonio

Es más de lo que crees. 
En el marco del año de la Familia “Amoris Laetitia”, convocado por el papa Francisco, los obispos españoles han querido dedicar la semana del 14 al 21 de febrero al matrimonio.
Quizá algunos se pregunten por el sentido de esta iniciativa. Hay que decir que, aunque es nueva para nosotros, ya es celebrada en otros lugares desde hace tiempo. La reciente experiencia de los de los dos Sínodos de los Obispos dedicados a la familia (2014 y 2015) y el gran movimiento que suscitaron antes, durante y después de su celebración ayudaron a toda la Iglesia universal a conocer muchas iniciativas que se estaban llevando a cabo. Y fruto de todo ese recorrido fue la exhortación apostólica Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) que promulgó Francisco ahora hace cinco años.
En este precioso documento, afirma el papa con profunda convicción que “a pesar de las
numerosas señales de crisis del matrimonio, el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia.” (AL 1) La Iglesia somos todos, y
el matrimonio es algo que nos afecta a cada uno, particularmente a los que lo vivimos. Y por
eso, las personas unidas por el vínculo matrimonial nos sentimos especialmente interpeladas por las palabras de Francisco, que nos recuerda que “ no basta para manifestar el evangelio del matrimonio y de la familia si no nos detenemos especialmente a hablar de amor. Porque no podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar.” (AL 89)
La semana del matrimonio es, ante todo, una invitación a centrar nuestra atención en esta
experiencia de comunión humana, que es sacramento de la unión de Dios con su Pueblo,
de Cristo con su Iglesia.
Como también recordaba el papa Francisco, se trata de una institución que sufre serias
crisis, alimentadas desde la cultura del paradigma tecnocrático dominante (LS 101 y ss.)
que exacerba el individualismo porque así nos debilita y nos hace más fácilmente
manipulables. Por el contrario, aunque el discurso que muchas veces de nos transmite y
con el que con frecuencia colaboramos, presenta el matrimonio como una limitación de la
libertad individual cuando se trata de una experiencia que lleva a la plenitud a la persona.
No somos ingenuos y sabemos que hay matrimonios que pasan por dificultades y
desgraciadamente también, muchos que fracasan. Pero esta realidad debe ser un estímulo
que nos ayude a todos a profundizar en la experiencia, que nos sensibilice en la necesidad
de prevenir las dificultades, de prepararnos para afrontar las crisis con confianza, sabiendo
que contamos con el auxilio del mismo Dios que se hizo presente en nuestro matrimonio.
Las parejas de novios y los matrimonios en dificultades deben saber que pueden contar con
la ayuda de la Iglesia. Y desde Pastoral Familiar estamos trabajando en ello, impulsando la
renovación de la preparación al matrimonio y el acompañamiento a través del Servicio de
Orientación familiar (S.O.F.) Pero todos los matrimonios debemos ahondar en el sentido
profundo de nuestro vínculo, y a esto se nos invita especialmente durante esta semana. Así
podremos ayudarles mejor.
Durante esta semana se ofrecerán diversos recursos a los matrimonios: herramientas
digitales en las que podremos encontrar desde un retiro espiritual para que el matrimonio lo
viva desde la cotidianidad de su hogar hasta testimonios estimulantes de otros matrimonios.
Y en paralelo, en nuestra iglesia diocesana, desde la delegación de la Pastoral Familiar,
ofreceremos otras propuestas que las complementen.
Aprovechemos esta oportunidad que se nos ofrece “para que las familia puedan ser cada
vez más sujetos activos de la pastoral familiar” (AL 200), desde una necesaria conversión
misionera que se quede en un anuncio meramente teórico y desvinculado de los problemas
reales de las personas, sino que contribuya a “experimentar que el Evangelio de la familia
responde a las expectativas más profundas de la persona humana: a su dignidad y a la
realización plena en la reciprocidad, en la comunión y en la fecundidad.” (AL 201)
Mariluz Suárez y Pedro Bolaños, delegados de Pastoral Familiar