La primitiva y única imagen que recibía culto en la antigua ermita era la del Cristo de la Vera Cruz. Se supone que fue modelada en los talleres artesanales del estado mejicano de Michoacán, empleándose para ello la médula de la caña de maíz y traída a mitad del siglo dieciséis.
En palabras del cronista D. Domingo José Navarro Pastrana la efigie “era de cartón, bien modelada, y tenía la cabeza cubierta con cabello natural, cuyos bucles, cayendo sobre el cuello, al moverlos el aire, producían respetuoso temor”.
Dicha imagen, con el paso de los siglos, se deterioró de tal manera que fue necesario sustituirla. Ya en 1642, los capitulares de Santa Ana recogen en sus actas que la imagen presentaba un lamentable estado de deterioro y tuvo por tanto que restaurarse.
Fue hacia 1778 cuando el Ayuntamiento encarga al imaginero grancanario José Luján Pérez la actual imagen del Cristo de la Vera Cruz, cuyo modelado finaliza en 1780.
El Cristo de la Vera Cruz es una bella efigie, desde la inclinación de la cabeza hasta la línea del torso que caen sobre los pies clavados y cruzados. Su perfecta anatomía, escuálida, sangrante le dan un vigor y dramatismo contenido.
Es Patrono de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue adoptado también como patrono por la Policía Local en 1974.
Eucaristía Solemne el martes 14 de septiembre a las 7’30 de la tarde.