Carta de nuestro Obispo Francisco para esta Pascua
Queridos Hermanos y Amigos todos:
Hemos completado la Cuaresma litúrgica y vamos camino de completar la
cuarentena de encierro, aislamiento y distancia que nos ha traído esta pandemia.
La Cuaresma la completamos con la Pascua, y nos abrimos a la cincuentena del camino hacia Pentecostés. Pero esta cuarentena sanitaria no sabemos de cuantas semanas se verá seguida y no sabemos del todo hacia dónde nos llevará. Sí que podemos concluir que no serán tiempos fáciles, porque la salida a la calle, que no será como el que dice de un día para otro, no significará que han desaparecido los peligros y los problemas. Y sabemos que junto al tema sanitario, que superaremos progresivamente, entraremos en un muy serio problema social.
¿Entraremos? Estamos ya dentro, y en todos los ámbitos. Las recomendaciones y medidas que van surgiendo de los encuentros de políticos, sindicalistas, empresarios, instituciones y organizaciones de todo nivel, nos invaden día a día, pero la realidad dolorosa de los necesitados está ahí, junto a nosotros, frente a nosotros, presente e interpelante. Nada es ya como fue hace un mes, y nada será mañana igual que hoy y que ayer. Estamos aplaudiendo a diario al personal sanitario de nuestros hospitales y
residencias, y con muchísima razón.
En la entrega a los enfermos se están jugando literalmente la vida, y no se dejan vencer por el cansancio, a pesar de tantos inconvenientes y tantas desatenciones como han tenido que sufrir. Pero no son los únicos que nos están dando un testimonio maravilloso de profesionalidad y de valoración de la persona humana. Hay muchos, entre ellos muchos voluntarios, que están detectando las grietas sociales de este doloroso proceso y buscan alivio. Familias con escasísimos recursos, que ‘trampeaban’ con ingresos mínimos, emigrantes no empadronados, que se quedan en el limbo del desamparo social, sin ayudas ni derechos, parados sin subvenciones, despedidos, personas habitantes ‘de la calle’, que algo recogían de los que pasaban y que nada consiguen por donde nadie pasa… Y mil situaciones de abandono, cada una distinta de la otra, pero todas unidas por el hambre, de pan y de humanidad.
En la carta que les dirigí el 27 de marzo les decía:»mucho podemos y tenemos que pensar aprovechando esta experiencia única… Todos los creyentes podemos y debemos preguntarnos y aprender qué quiere el Señor decirnos y enseñarnos en este vagar perdido, tentado y cansado… Pongámonos a la escucha de lo que nos dice (el Señor) al corazón. No podemos pensar de ninguna manera que ‘cuando salgamos de esta’ las aguas volverán a su cauce, recuperaremos lo perdido, y haremos lo que siempre hemos hecho. No podemos pensar en seguir haciendo las mismas cosas que hacíamos, de la misma forma que las hacíamos hace algunas semanas, o meses, o el año pasado.
¿Es que no estarnos aprendiendo nada? ¿Es que no estamos pensando nada? ¿Es que no estamos buscando nada? ¿Es que no estamos compadeciendo a nadie?
El Señor nos invita a una verdadera conversión: a ver las cosas y la vida con ojos nuevos, y realizar opciones nuevas. Hace tiempo que dedicamos una jornada de Retiro a un tema que, por las fechas que vivimos, la Pascua, me ha venido a la memoria: El grupo de los discípulos de Jesús, tiene asignaturas pendientes incluso después de abrir las puertas del Cenáculo, porque ha venido el Espíritu. Tiene que aprender a:
l. Convertirse a lo prioritario, volverse a los temas esenciales.
- nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la Palabra.
- creando las estructuras necesarias, los varones apostólicos
- en la visita y diálogo de Pablo a Jerusa!én (Cf. Gal 2) resaltan cuáles son los
elementos irrenunciables: la fidelidad al Evangelio y acordarse de los pobres.
- Convertirse de los medios convertidos en fines: – nos salvamos por la gracia del
Señor Jesús. - Convertirse a la Cruz:
- La cruz de la persecución: Esteban, Pablo… ‘
- La cruz del fracaso (Hechos 17, 16-34)
- La cruz del esfuerzo por anunciar el Evangelio: yo llevo en mi cuerpo las
marcas de Jesús. (Gal 6, 17).
- Convertirse a las formas comunitarias.
- Concilio de Jerusalén: Conciencia de buscar el acuerdo en el Espíritu.
- Convertirse a la misión
- desde el Reino mal entendido: ¿es ahora cuando vas a instaurar el Reino?, al
Espíritu y a la Palabra. - ‘empezaron a anunciar el Evangelio también a los griegos’ (Act 11, 20).
Lo que estamos viviendo en este tiempo de pandemia también cuestiona la vida de nuestras parroquias y comunidades cristianas, y las prácticas de nuestra catequesis, nuestra liturgia y nuestra caridad, las carencias y las lagunas de nuestra pastoral, nuestras primeras comuniones, confirmaciones y bodas, nuestra capacidad de acercarnos a jóvenes y familias, el dónde ponemos nuestro interés y gastamos nuestros
esfuerzos. Hay elementos que son irrenunciables, y que deben ocupar el primer puesto..,
y el segundo y el tercero: la fidelidad al Evangelio y la tarea del anuncio, la misión; y el acordarse de los pobres.
Aprendamos, pensemos, busquemos y compadezcamos. Que el Señor nos bendiga con su amor y nos llene de amor mutuo. Feliz Pascua.
- Francisco, Obispo